Esta historia sucedió durante alguna de las muchas inundaciones que se dieron en esta mina de la antigua ciudad de Guanajuato. Ese día, Juan Ramón, un minero de tantos, bajo como todos los días a enfrentarse con los peligros de la mina para extraer el preciado cargamento de oro y plata.
Todo transcurría con normalidad esa mañana, pero al caer la tarde, se escucho una fuerte explosión y en ese momento, un lodoso torrente inundo los socavones que meses antes habían cavado Juan Ramón y sus compañeros mineros.
Como se habrán de imaginar, en esta tragedia perdieron la vida muchos mineros, la mayoría de los cuerpos sin vida fueron encontrados con el paso de los días, pero el padre de Juan Ramón seguía sin encontrar el cuerpo de su hijo.
Después de mucho buscar, lo único que pudo encontrar fueron algunas ropas y la medalla de la Virgen de Guadalupe que Juan Ramón siempre llevaba en su cuello.
Pero aun así, su padre nunca dejo de buscar el cuerpo de su difunto hijo para así poder darle cristiana sepultura, hasta que después de mucho tiempo, llego el momento en el que padre tampoco regreso y solo algunos años después, unos exploradores encontraron su cuerpo momificado.
Y se cuenta entre los mineros, que desde ese día, dentro de la mina vagan los espíritus de Juan Ramón y su padre, que en su eterno recorrido, ayudan a los mineros que se pierden o quedan atrapados, auxiliándolos para salir a la superficie y ver la luz del día que ellos no volvieron a ver jamás.