Esta historia trascurre durante los XV años de la joven Maritere, quien era el centro de atención durante la suntuosa fiesta que había preparado su familia, una de las mas importantes y conocidas de la joven ciudad de León, Guanajuato.
Maritere se encontraba muy feliz, en compañía de sus amistades y familiares, pero su pensamiento se encontrada en su joven pretendiente, el cual no se encontraba en la fiesta por el simple pecado de ser pobre.
Pasaron los días y las semanas, y la amistad entre Maritere y su pretendiente, se había convertido en un tórrido y secreto romance, ya que era bien sabido que el papa de Maritere, no permitiría una relación de ese tipo.
Resulta que el novio, se mueve a la Ciudad de México con el pretexto de ir a encontrar dinero y fortuna, dejando a Maritere esperándolo en León, con la mala suerte de que, sin saberlo, había quedado embarazada de su novio.
Maritere intento ocultar su embarazo el mayor tiempo posible, para dar tiempo a que su prometido regresara de la Ciudad de México, pero un día no pudo ocultarlo mas y su padre se entero de esta situación, lo que provoco que le gritara, la golpeara y asegurara que al nacer el bebe lo iría a regalar.
La pobre Maritere, aterrorizada por lo que su papa le había dicho, decide huir de su casa, con intenciones de ir a buscar a su prometido, pero al no tener los recursos suficientes, solo alcanza a llegar a un arroyo y que ya se encontraba en zona despoblada con dirección al pueblo de San Miguel de la Real Corona, actualmente el Barrio de San Miguel.
Al paso de los días de estar escondida en esa zona, ella se puso a pensar y se dio cuenta que no podía ir a México sin tener datos o la dirección de su novio, y mucho menos podía regresar con su familia después de lo que le había dicho su papa, por lo que termino quedándose a vivir en la calle y subsistiendo de las limosnas que le daba la gente.
Con el tiempo, junto unos trapos viejos, trozos de madera y cartones, materiales con los cuales construyo una humilde choza, que es donde, dio a luz a su bebe.
Desgraciadamente y como pasa en estas historias, un conocido de la familia de Maritere la vio en la calle por lo que se decidió a seguirla hasta su humilde morada, posteriormente fue a avisarle al papa de ella de su descubrimiento.
El padre, ciego de ira, fue hacia la choza de Maritere y le prendió fuego para darle un escarmiento según el, pero el fuego avivado por todos los materiales flamables de los cuales estaba construida la casa, convirtió aquello en un infierno.
En medio de la tragedia se alcanzaron a escuchar tres voces: el llanto del inocente bebe, los gritos de la madre al verse en llamas y los gritos de impotencia y arrepentimiento del padre, al darse cuenta de lo que había hecho.
La sociedad leonesa al enterarse de semejante tragedia, solicitaron de manera inmediata a las autoridades el construir un monumento a esa pobre mujer, por lo que primero se construyo una columna en el lugar de los hechos.
En 1960, varios años después de la tragedia, se construye un monumento en los limites de la Ciudad de León y el Barrio de San Miguel; finalmente, en 1990 se reubica el monumento a la glorieta del Blvd. Venustiano Carranza, Rio Panuco y Calle 10 de Mayo.