En junio de 1927, la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa designa al General Enrique Gorostieta Velarde, militar de carrera formado en el porfirismo y que participó en la Revolución Mexicana defendiendo el gobierno de Victoriano Huerta (recordemos: quien dio un golpe de estado y asesinó al presidente Madero) como jefe militar del movimiento cristero. Gorostieta odia al gobierno emanado de dicha revolución, incluyendo al presidente Plutarco Elías Calles y al ex presidente Álvaro Obregón.
Gorostieta era un hombre agnóstico, sin ningún tipo de creencia religiosa, pero acepta dirigir la rebelión cristera a cambio de 3,000 pesos al mes.
Con Gorostieta, el movimiento cristero se fortalece y unifica bajo el mando de un militar profesional y de carrera.
El cuatro de agosto el líder militar de los cristeros, General Enrique Gorostieta, lanza un manifiesto que comienza así:
1.- Hace más de un año que el Pueblo Mexicano, harto ya de la oprobiosa tiranía de Plutarco Elías Calles y sus secuaces, empuñó las armas para reconquistar las libertades que esos déspotas le han arrebatado, especialmente la religiosa y de conciencia…
Más adelante reconoce el papel de la Liga:
5.- Sin embargo, es menester declararlo: Aunque haya faltado un Jefe visible, y aunque no se haya cristalizado un programa, las más altas aspiraciones que agitan intensamente el alma de la Patria, sus más nobles anhelos, sus sentimientos pujantes de dignidad, que son ultrajados por los opresores, han encontrado un órgano para encauzarse y organizase, órgano creado en verdad, por la viva necesidad sentida, y él se ha encargado hasta ahora de un modo superior y casi invisible, de dirigir estos esfuerzos, de orientar esas aspiraciones, de hacerse cargo del movimiento todo de resistencia contra los TIRANOS: la LIGA NACIONAL DEFENSORA DE LA LIBERTAD RELIGIOSA.
Así ella, con todo derecho se ha convertido en la genuina y legítima representación nacional.
Resumen el programa del Movimiento Libertador en un punto:
8.- El programa que adopta el Movimiento Liberador, de acuerdo con la Liga y que responde en todo a mis convicciones, puede concretarse en esta sola palabra: LIBERTAD. Libertad de conciencia y religiosa, libertad de trabajo, libertad de imprenta: ¡TODAS LAS LIBERTADES!
Y expone su plan de acción:
(I).- Nombrado por la genuina representación nacional, asumo el cargo de JEFE MILITAR DEL MOVIMIENTO LIBERTADOR…
(III).- Se confirma el desconocimiento que los «Libertadores» han hecho de todos los poderes usurpadores, así de la federación como de los Estados.
(IV).- Se decreta el restablecimiento de la Constitución de 1857, SIN LAS LEYES DE REFORMA; pero desde luego, quedan incorporadas a sus preceptos y, por tanto, reformados los artículos correspondientes, las modificaciones que exigió el plebiscito nacional efectuado en 1926, respaldando el ocurso formulado por los Ilmos. Prelados Mexicanos, con fecha 6 de septiembre del mismo año.
(VI).- En los casos en que se haga uso del «plebiscito» o «referéndum», la mujer mayor de edad tendrá obligación de votar [este punto llama la atención, porque las mujeres alcanzaron el derecho al voto mucho después, en 1953. El general Gorostieta lo decretó 24 años antes].
E incluye un punto que abarca otras demandas de los campesinos levantados en armas:
(VIII).- En materia de dotaciones ejidales, el Gobierno Libertador establecerá comisiones que arreglen convenios entre los ejidatarios y los propietarios, y adoptará procedimientos adecuados para que la indemnización que se va a pagar a éstos sea efectiva y justa.
Además, se continuará, donde sea necesario y útil para el bien común, la distribución de propiedades rurales; pero en forma justa y equitativa y previa indemnización; de este modo se procurará hacer la propiedad asequible al mayor número.
En 1929 arranca con rumores de negociaciones de paz del alto clero con el gobierno federal.
Muchos cristeros se oponen a cualquier negociación de paz, o al establecimiento de acuerdos que no modifiquen las leyes vigentes y que no cambien la Constitución de 1917.
El 16 de mayo de 1929, el General Enrique Gorostieta envía una carta a los obispos mexicanos. Expresa que la idea de negociaciones no le gusta ni a él ni a sus combatientes:
Desde que comenzó nuestra lucha, no ha dejado de ocuparse periódicamente la prensa nacional, y aun la extranjera, de posibles arreglos entre el llamado gobierno y algún miembro señalado del Episcopado mexicano, para terminar el problema religioso. Siempre que tal noticia ha aparecido han sentido los hombres en lucha que un escalofrío de muerte los invade, peor mil veces que todos los peligros que se han decidido a arrostrar.
Reprocha a los prelados el no alentar a los cristeros, lo que nos recuerda que muy pocos obispos estaban de acuerdo con el levantamiento armado:
Cada vez que la prensa nos dice de un obispo posible parlamentario con el callismo, sentimos como una bofetada en pleno rostro, tanto más dolorosa cuanto que viene de quien podríamos esperar un consuelo, una palabra de aliento en nuestra lucha; aliento y consuelo que con una sola honorabilísima excepción de nadie hemos recibido…
Declara que si los obispos negocian sin tomar en cuenta a la Guardia Nacional, serán considerados como traidores:
Si los obispos al tratar con el gobierno desaprueban nuestra actitud, si no toman en cuenta a la Guardia Nacional y tratan de dar solución al conflicto independientemente de lo que nosotros anhelamos…; si se olvidan de nuestros muertos, si no se toman en consideración nuestros miles de viudas y huérfanos, entonces… rechazaremos tal actitud como indigna y como traidora…
Y afirma que deben ser ellos, los cristeros en tanto Guardia Nacional, quienes deben terminar con el conflicto, o, al menos, ser escuchados:
Muchas y de muy diversa índole son las razones que creemos tener para que la Guardia Nacional, y no el Episcopado, sea quien resuelva esta situación. Desde luego el problema no es puramente religioso, es éste un caso integral de libertad, y la Guardia Nacional se ha constituido de hecho en defensora de todas las libertades y en la genuina representación del pueblo, pues el apoyo que el pueblo nos imparte es lo que nos ha hecho subsistir…
Como última razón creemos tener derecho a que se nos oiga, si no por otra causa, por ser parte constitutiva de la Iglesia católica de México, precisamente por ser parte importantísima de la Institución que gobiernan los obispos mexicanos.
El 2 de Junio de 1929, una patrulla del ejército choca con un grupo cristero comandado por el General Gorostieta. En la refriega muere el general. Tenía en ese momento 39 años.
Los católicos han dicho que en ese momento Gorostieta ya era creyente e incluso un buen cristiano, tras ver cotidianamente la devoción de sus tropas. Sin embargo, no hay pruebas documentales de esto.
Siempre se ha sospechado que el episcopado traicionó a Gorostieta e informó su posición al ejército federal, con la finalidad de quitarlo del camino, ya que había negociaciones de paz en marcha y el general se oponía a ellas, por lo que Gorostieta ya era más un estorbo que un apoyo. Pero no hay pruebas sólidas que apoyen esta suposición.
Lo paradójico es que Gorostieta murió a 20 días de los acuerdos de paz que pusieron fin a la primera guerra cristera.
El 4 de junio hubo una sesión maratónica en la Cámara de Diputados, ya que se estaba debatiendo el tema de la autonomía de la Universidad Nacional de México (que ahora se llama “Universidad Nacional Autónoma de México”). Al final de la sesión hubo este acuerdo:
La H. Cámara de Diputados del Congreso de la Unión felicita al ciudadano jefe del Poder Ejecutivo de los Estados Unidos Mexicanos y por su dignísimo conducto, suplíquesele atentamente, haga extensiva dicha felicitación al C. jefe de la División del Centro, general de división Saturnino Cedillo, por su encomiable y ejemplar actividad desplegada en la campaña contra los fanáticos clericales, que culminó con la muerte del cabecilla Enrique Gorostieta.
Enrique Gorostieta está sepultado en el Cementerio Español de la Cd de México, en el cuartel E.
- Un agradecimiento a Sergio García Guzmán por haberme compartido este articulo acerca del Sucesos Cristeros: General Enrique Gorostieta Velarde.
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Al final, Enrique Gorostieta, era buscado no solo por el Gobierno Federal. Había mandado el asesinato de Victoriano Ramírez «El Catorce» y su primo, también llamado Victoriano Ramirez, «El Chivero», buscaba a Gorostieta, a Heriberto Navarrete, mano derecha de Gorostieta, y a Aristeo Pedroza, apodado «El Padre General» para ejecutarlos. La Iglesia Católica también conspiraba la forma de quitarlo de en medio, ya que Gorostieta quiso aprovechar el descontento de muchos cristeros por «los arreglos», para continuar la guerrilla por su cuenta. Fracasado como militar, vencido el porfirismo y derrotado en el golpe de estado y asesinato de Madero, por Victoriano Huerta «El Chacal», y después de huir a Texas, apoyó nuevamente una conspiración para imponer nuevamente a Huerta como dictador, apoyado y financiado por el gobierno alemán, durante la IGM. Descubiertos por el gobierno estadounidense, fue capturado y encerrado en la cárcel militar de Fort Bliss. Efectivamente sentía un resentimiento obsesivo por los gobiernos emanados de la Revolución Mexicana. Fue un militar opaco, mediocre, que creció a la sombra del nepotismo de su padre que era un alto funcionario del gobierno de Porfirio Díaz y gran amigo de Victoriano Huerta, de hecho fue secretario de estado durante su dictadura..