Sucesos Cristeros: La Muerte de Álvaro Obregón en La Bombilla


Banquete en el Restaurante La Bombilla El 13 de Julio de 1928 hay un acontecimiento que, a primera vista, no tiene nada que ver  con la Guerra Cristera: muere el aviador Emilio Carranza (Sobrino-nieto de Venustiano Carranza, en cuyo mandato se promulgó la Constitución de 1917). En un vuelo en Estados Unidos trata de atravesar una tormenta, pero un rayo alcanza su avión, por lo que el piloto pierde el control del aparato, se estrella y muere.

Cuatro días después, el 17 de Julio, ocurre el segundo y definitivo atentado contra Álvaro Obregón, en un restaurante del parque La Bombilla, que se encuentra en el barrio de San Ángel, en la ciudad de México, en la esquina de Insurgentes y avenida La Paz.

Un grupo de políticos ofrece una comida a Obregón para celebrar su reelección. Un católico y buen dibujante, jefe local de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, llamado José de León Toral, se aparece en el banquete e insiste en mostrar personalmente sus caricaturas a Obregón. Cuando está lo suficientemente cerca, León Toral saca una pistola de seis tiros y la vacía sobre el general. Eran las 14:20 horas del día 17 de Julio de 1928.

Años después, el autor mexicano José Emilio Pacheco escribió:

El 17 de Julio de 1928, el “rayo de la guerra”, el mejor general mexicano de todos los tiempos, el único que jamás perdió una batalla, murió a manos de un hombrecillo tembloroso, cayó de bruces en un plato de mole.

León Toral es identificado y golpeado. La policía lo salva de ser linchado y se lo llevan detenido. El presidente Plutarco Elías Calles habla  con León Toral y le pregunta quién le ordenó matar a Obregón. Toral responde: Yo soy el único responsable; maté al general Obregón porque quiero que reine Cristo Rey, pero no a medias sino por completo.

Mucho se ha hablado desde entonces de los enemigos políticos de Álvaro Obregón. Se hicieron dos autopsias al cuerpo del general, y en un caso se contaron 19 orificios de bala; Toral, cuando mucho, pudo haber disparado seis veces. Se cree que hubo otros tiradores que remataron a Obregón, si bien nunca se ha podido confirmar esta versión. Varios historiadores afirman que Calles estaba enterado de un posible atentado, pero no hizo nada para impedirlo, porque también quería deshacerse del caudillo.

La policía sigue algunas pistas y al día siguiente, el 18 de Julio, detiene a la abadesa de un convento clandestino que se encontraba en la colonia Santa María La Ribera: su nombre era Concepción Acevedo de la Llata, popularmente conocida como “Madre Conchita”. Con ella se detiene a varios miembros de la Liga, entre ellos, a Carlos Castro Balda, militante también de la ACJM, autor del bombazo en la Cámara de Diputados y quien tenía marcado a fuego las letras IHS (monograma de Jesús) y una cruz en el pecho y piernas. En ése convento se hicieron varias reuniones de la Liga y se entregó el veneno para el frustrado atentado de abril.

El asesinato de Obregón conmociona al país. La Guerra Cristera se había desarrollado básicamente en zonas rurales, sin afectar las zonas urbanas. En las ciudades se sabe de ella, pero por notas de periódicos, manifiestos, o por hojas de noticias que los miembros de la Liga pegan en la noche en bardas y casas. Pero el magnicidio afecta a todo la nación.

El 24 de Octubre, La Prensa pone en sus titulares:

Se pide el indulto para León Toral

El 29 de Octubre, las ocho columnas de La Prensa son para:

La madre Conchita y Toral manifiestan gran entereza – La insaculación de los jurados se hará hoy. [Recuérdese que en esa época los juicios eran con jurado popular].

El 2 de Noviembre de 1928 comienza el proceso. El encabezado de La Prensa es:

Hoy da comienzo el jurado [juicio] más sensacional del siglo.

El abogado defensor de José de León Toral es el licenciado Demetrio Sodi Gergue, abuelo del político mexicano Demetrio Sodi de la Tijera, y abuelo también de la cantante mexicana Thalía.

Los juicios eran sumamente teatrales por tener jurado y audiencia en vivo. Por ejemplo, véase el inicio de la primera intervención de Demetrio Sodi, que no dice nada relevante desde el punto de vista legal:

La defensa de José de León Toral va a levantar su voz, procurando emitir todos aquellos conceptos que respondan lealmente a lo que estima la defensa sea de justicia y sea de verdad. Yo desearía en estos momentos purificar mis labios con los carbones encendidos de Isaías, para que de mis labios no saliera palabra alguna que no fuese la verdad. Yo querría estrechar mi corazón para que cada uno de sus latidos respondiera a una palpitación de justicia y a una palpitación de absoluta verdad, porque la verdad es justicia…

Se señala a la madre Conchita como una mujer de personalidad dominante, que avasalla y somete la voluntad de sus monjas, de León Toral y de Castro Balda. Se habla incluso de cierta tensión sexual: León Toral y Castro Balda estarían (supuestamente) enamorados de la madre Conchita, incluso consumiéndose en pasión por ella, pero la abadesa no les hace caso. También se insinúa que la madre Conchita y Castro Balda son amantes.

Mediante las actas del juicio y las declaraciones de los involucrados, se puede reconstruir toda la historia, que viene a ser aproximadamente ésta:

José de León Toral era amigo cercano de Humberto Pro Juárez, fusilado el año anterior, acusado de complicidad en el atentado dinamitero contra Álvaro Obregón. Toral sufrió una conmoción interior cuando vio el cadáver de su amigo en la funeraria. Sustituyó a Humberto Pro como jefe de manzana y luego como jefe local en la séptima delegación de la Liga en el Distrito Federal.

En el juicio, Toral recordó la siguiente conversación con la madre Conchita:

Acabo de oír un comentario en un tranvía, diciendo que lo mató un rayo al aviador Carranza (sic) y que fue castigo del cielo [se refiere al accidente del aviador Emilio Carranza, cuando un rayo golpeó su avión]… Este fue un comentario que oí en el tranvía, y luego un comentario mío diciendo: “¡Cómo ese rayo no lo mandó Dios al señor Obregón o al señor Calles!” Y ella [la madre Conchita], no sé precisamente si tomándolo a broma, pero tampoco tomándolo en serio, dijo: “Pues eso Dios sabrá. Lo que sí sé es que para que se componga la cosa, es indispensable que mueran Obregón, Calles y el Patriarca Pérez” [el líder de la Iglesia Católica Apostólica Mexicana, José Joaquín Pérez Buder]. Pero como un comentario, no me llegó a decir: es necesario que tú trabajes en esto, que busques a alguien, en fin, no insinuándomelo… Fue una conversación que pudo haber dicho hasta un político, como pueden haberlo dicho miles de católicos…

Toral declaró que esas palabras terminaron de decidirlo para matar a Obregón, pero que él ya tenía la idea desde antes:

…pero no fue el todo, fue lo último, lo que bastó para hacerme decidir…

Consiguió una pistola y practicó tiro en el Cerro de la Estrella, en la ciudad de México. Sin embargo, descubrió que tenía pésima puntería, por lo que planeó cometer al atentado desde cerca. Pidió al sacerdote Aurelio Jiménez, quien celebraba misas en el convento de la madre Conchita, que bendijera la pistola. Se supone que el padre Jiménez no sabía para qué la usaría Toral, pero no quiso bendecir el arma porque no traía el ritual adecuado. Toral pidió una bendición especial, lo que le fue concedido. Durante la misma, Toral levantó la pistola. Después del atentado, el sacerdote Aurelio Jiménez se fugó y fue capturado varios años más tarde.

Toral merodeó uno o dos días por el Centro Obregonista, Palacio Nacional y aún por la casa de Obregón, esperando la oportunidad para matar al general. Finalmente se enteró de la comida en La Bombilla, y hacía allí se dirigió.

Durante el juicio, Toral afirmó que consideraba héroes y mártires a los cristeros:

Estaban en su perfecto derecho de obrar así, y merecían toda mi simpatía. Yo considero como héroes a los que están luchando; como mártires a cada uno de los que mueren.

El juicio es muy corto y termina el 8 de noviembre. El periódico La Prensa imprime una edición extra esa tarde con la siguiente cabeza:

León Toral pagará con la vida su crimen proditorio. La madre Conchita purgará 20 años de prisión.

Al día siguiente, ya en su edición normal, La Prensa cabecea:

Para Toral, la muerte; para la monja, 20 años.

El fusilamiento de Toral queda programado para el 9 de febrero de 1929.

Concepción Acevedo de la Llata, entonces de 37 años, es enviada al penal de las Islas Marías (islas en el pacífico mexicano, cercanas a las costas del estado de Nayarit). Dejó los hábitos religiosos y se casó con Carlos Castro Balda, el que puso la bomba en la Cámara de Diputados, en una boda que se celebró en dicho penal el 20 de octubre de 1935, cuando ambos cumplían sus sentencias respectivas. Concepción Acevedo fue liberada en 1940, es decir, cumplió 12 años de su condena. Escribió un libro con sus memorias (“Yo, la madre Conchita”) y dio entrevistas en la televisión mexicana en los años 70.

El 1 de Diciembre de 1928, ante la falta del presidente electo, el Congreso designa un presidente provisional, nombramiento que recae en Emilio Portes Gil, secretario de gobernación de Plutarco Elías Calles.

El 7 de Enero de 1929 el ya presidente Emilio Portes Gil está de gira en Tampico, donde recibe un telegrama de los abogados de León Toral, en que le solicitan el indulto para su defendido. Al mismo tiempo, la policía presenta al mandatario una carta en la que se amenaza con matar al presidente si éste niega el indulto, dinamitando el tren presidencial cuando viaje de regreso a México.

Emilio Portes Gil recuerda en sus memorias:

Aquella carta la firmaban gentes que se decían representativas de la llamada Liga de Defensa de la Libertad Religiosa, la cual, desde hacía algunos años, venía funcionando a espaldas de las autoridades y que se caracterizó por tantos actos de violencia cometidos en todo el territorio nacional.

El presidente niega el indulto, por lo que José de León Toral es fusilado el 9 de Enero de 1929. Tenía en ese momento 28 años cumplidos. Dejó tras de sí una viuda y tres hijos (uno de ellos recién nacido, o tal vez incluso en gestación).

Tumba de José de León Toral El cuerpo de León Toral es entregado a su familia, quien contrata un patólogo que le saca el corazón, mismo que se almacena como reliquia, según versión del escritor católico pro-cristero Rius Facius. La sábana ensangrentada en que estaba el cadáver de Toral cuando se le extrajo el corazón, fue luego conocida como “El Sudario de Toral”, y la Liga confeccionó una bandera tricolor con ella, según versión del mismo autor, que incluye una fotografía de dicha bandera en su libro “Méjico Cristero”.

Toral es reivindicado como mártir por las organizaciones católicas actuales. Está sepultado en el cuartel «E» del Cementerio Español, en la Cd. de México. Fracasó un proceso de beatificación promovido en el año 2000.

Todo indicaba que Toral fue un asesino solitario. Sin embargo, muchos años después, en 1964, el ex vicepresidente de la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa, Miguel Palomar y Vizcarra, fue entrevistado por un académico y periodista norteamericano, James Wilkie. Palomar y Vizcarra aseguró que la muerte de Obregón se había decidido mucho antes de que Toral la ejecutara, que era parte de la guerra, y que no había nada de malo en dicho asesinato. Tácitamente, aceptó que la Liga estuvo detrás del magnicidio.

Un hecho comprobado es que Álvaro Obregón estaba en pláticas secretas con el episcopado para acordar el fin de la guerra cristera. Tras el asesinato, Plutarco Elías Calles rompió las negociaciones. Algunos historiadores creen que el asesinato de Obregón fue para impedir posibles acuerdos, ya que la Liga no quería la paz.

Tren Presidencial Descarrilado por atentado dinamitero El 10 de enero de 1929, un día después del fusilamiento de José de León Toral, la Liga cumple su amenaza contra el presidente. De las memorias de Emilio Portes Gil, cito:

Tal y como se me había anunciado en Tampico, cuando Valente Quintana me entregó la carta de la llamada Liga Defensora de la Libertad Religiosa, el tren presidencial en que viajaba en compañía de mi esposa y de mi pequeña hija Rosalba, entonces de dos años de edad, la mañana del 10 de Febrero de 1929 fue dinamitado al llegar al puente ubicado en el kilómetro 327, entre las estaciones de Comonfort y Rinconcillo, en el Estado de Guanajuato.

Todos pudimos darnos cuenta de que la dinamita que estalló había sido colocada bajo el puente, en cuyo lugar se encontraban aún varios cartuchos que no habían hecho explosión.

Cerca del sitio de la voladura había huellas que demostraban que los autores habían pasado la noche -o quizá días- en espera del tren. El saldo de aquel atentado dinamitero fue la muerte del garrotero Agustín Cárdenas; la destrucción de dos carros pullman y la voladura de la locomotora y el tanque que saltaron sobre el puente.

Y concluye con estas palabras:

¡Y así fue como se cumplió la amenaza que los fanáticos de la llamada Liga Defensora de la Libertad Religiosa hicieron en la carta que recibí en el puerto de Tampico! ¡Y así también caían seres que ninguna culpa tenían de aquella contienda fratricida, como el garrotero Cárdenas; mientras que los autores verdaderos de aquel sangriento conflicto, líderes potentes y clérigos retardatarios, se paseaban, unos en el país y otros en el extranjero, disfrutando de las comodidades que su alta investidura les había deparado!

Así, la Liga asesinó a un presidente electo, y estuvo a punto de matar también al presidente provisional.

Curiosamente, casi cualquier mexicano conoce la historia del asesinato de Obregón, incluyendo el parque de La Bombilla y hasta el nombre del asesino. Pero casi nadie sabe que todo aquello fue un episodio más de la primera guerra cristera.

  • Un agradecimiento a Sergio García Guzmán por haberme compartido este articulo acerca del Sucesos Cristeros: La Muerte de Álvaro Obregón Salido.

3 comentarios en “Sucesos Cristeros: La Muerte de Álvaro Obregón en La Bombilla”

  1. Pingback: Tweets that mention Sucesos Cristeros: La Muerte de Álvaro Obregón en La Bombilla : Travel & Fun : León, Guanajuato -- Topsy.com

  2. lorenzo perez jimenez

    obregon murio de la misma manera como asesino al general francisco villa (cobardemente) por traidor de los principios revolucionarios merecio mas impacto de los recibidos

  3. Los historiadores al refererirse al asesinato de Obregón, guardan silencio sobre que no le fue en su momento practicada la necropsia de ley y que en su viaje de sus restos a sonora, por descompicision del cuerpo el ataúd tuvo que ser abierto para embalsamar el cuerpo encontrándose proyectiles de diferentes calibres

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